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Hidrocarburos: el ocaso del modelo

El sector que sostuvo la economía del país hoy vive las consecuencias de no haber priorizado la exploración para seguir siendo sostenible. Es el ocaso del modelo estatal que se implantó hace quince años.

(RE).- “La savia vital, la sangre de este negocio, es la exploración, y en esta asignación el fracaso es innegable”, retrata el documento ‘La política hidrocarburífera en crisis, una tormenta perfecta’, de la Fundación Milenio, de autoría de Carlos Delius S., analista en temas de este sector, empresario y expresidente de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía (CBHE).

“El enfoque del sector nunca debió ser otro. Los cuantiosos ingresos generados a partir de la exportación de gas natural, fueron destinados a industrialización, midstream y downstream”, complementa.

Al respecto, Delius al señalar al documento Agenda de Reactivación Hidrocarburífera de Bolivia, del Ministerio de Hidrocarburos, señala que ‘en el período 2010-2019 se perforaron 143 pozos exploratorios de los cuales solo 14 fueron productivos’.

“Se tiene que preguntar qué es lo que ha pasado con la exploración, pues las proyecciones no se han cumplido”, reflexiona.

El documento al cual refiere, concluye que “si analizamos el comportamiento de nuestras reservas, se puede evidenciar que, considerado el potencial hidrocarburífero de cada descubrimiento, estos no fueron los suficientes para concretar una adecuada reposición de reservas”.

En una entrevista, el analista complementa sus conceptos respecto a la situación sectorial.

“Desde 2013 se están haciendo esfuerzos (en exploración), que pueden ser encomiables, pero en la práctica no hemos tenido nada”, dice.

“Tenemos que entrar en un nuevo ciclo donde se necesita inversiones. YPFB no tiene muchos fondos porque se metió en la industrialización. Entonces, la opción es atraer a empresas que además de plata y riesgo van a poder dar la perspectiva y la mirada geológica que hace tanta falta para tener éxito en hidrocarburos”, señala.

CONDICIONES

Sin embargo, el panorama sectorial está atrapado en el entramado legal de 8 leyes específicas, 29 decretos supremos y 20 resoluciones ministeriales, construido en los últimos años, el cual no genera condiciones adecuadas para hacer atractivo este sector para el capital de riesgo.

Bolivia tiene la mayor carga fiscal del continente y la segunda mayor del mundo. “Tenemos un agotamiento del modelo predominantemente estatal que hoy en día es incapaz de encontrar las soluciones”, enfatiza.

Para ello, según el analista, se necesitan destrabar las condiciones que pueden permitir hacer viable esta industria, que entre otras deben ser; “modificar el régimen fiscal y la participación de YPFB, modernizar el sector desburocratizándolo y otorgando mayor libertad a los inversionistas para elaborar, ejecutar y comercializar, que YPFB permita disponibilidad de todas las áreas en reserva para despertar interés en la exploración, y además, que el mercado interno debe ser ajustado para que no sea subsidiado por la exportación”, entre otros.

El empresario recomienda abandonar el “pensamiento mágico o ideologizado” y dar un importante paso hacia la solución del problema”. “No hay balas mágicas, solo soluciones pragmáticas respaldadas por conocimiento y experiencia”, reflexiona.

“Si no se hace el ajuste, lo más probable es que nos convirtamos en importadores sin capacidad de fijación de precios, un escenario que debería generar profunda ansiedad”, sentencia.

Según datos oficiales de YPFB, entre 2006 y 2019 se invirtieron $us 9.301 millones de dólares, de los cuales solo $us 2.685 millones se destinaron a exploración y, el mayor monto, $us 6.616 fue para explotación de los campos ya productivos.

Asimismo, YPFB invirtió $us 2082 millones en plantas de separación e industrialización, que hoy no son rentables y que tienen capacidad ociosa de hasta el 90%.

Cuadro
Inversiones. Se priorizó la explotación de campos y no la búsqueda de nuevas reservas