Etanol y Biodiesel no son solución, pero ayudan en la crítica situación energética de Bolivia. El analista Álvaro Ríos dice que “el modelo del etanol deberíamos replicarlo con el biodiesel”.
(#RadarEnergetico).- Insostenible y perverso. Esa es la situación de la importación y subvención a la gasolina y el diésel en Bolivia debido a la estructural declinación de la producción de hidrocarburos.
Con volúmenes calculados en función a las ventas reportadas por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se evidencia que de los 38.144 barriles diarios de diésel que se comercializa en Bolivia, el 77% es importado y solo el 23% proviene de producción nacional. En el caso de la gasolina, la importación llega actualmente al 46%.
Álvaro Ríos, analista en temas de energía y Socio Director de la consultora GELA, estima que en 2027 se importará el 80% del diésel y el 65% de la gasolina, si no se toman medidas como las del etanol y biodiesel y, “en pocos años podríamos llegar al 100%”, vaticina.
ETANOL
Por su lado, el etanol, producido de caña de azúcar, ha reclamado un espacio en el mercado. Con datos a julio 2022, representa el 6,17% de los de 37.643 barriles diarios de gasolina que se consumen en el mercado nacional.
Según la ANH, con datos a octubre, el precio internacional del litro de gasolina es de Bs. 9,20. Sin embargo, se tiene un precio congelado de Bs. 3,74 en los surtidores. Esa diferencia de Bs 5,46 la debe subsidiar el Estado generando cada año una erogación de recursos cada vez más grande.
El precio del etanol está en Bs 5,49 el litro tomando en cuenta el impuesto IVA. Sin embargo, importar el mismo litro de gasolina cuesta aproximadamente Bs. 9,20 en almacenes de YPFB. Se estima que el etanol este año 2022 permitirá ahorrar $us 58 millones, además de dinamizar el sector agrícola.
El etanol es el alcohol sin agua producido en varios ingenios de Santa Cruz que lo utiliza como mezcla o aditivo a la gasolina cuya denominación en las estaciones de servicio es conocida como Súper Etanol 92 la que tiene un octanaje más elevado que la gasolina Especial 85 y, por lo tanto mejor desempeño en el motor del vehículo.
Ríos propone elevar la mezcla de 8% a 10 o 12% en toda la gasolina y generar los ahorros correspondientes con producción nacional.
Cuadro: Análisis de la consultora GELA sobre las importaciones y uso de etanol al 8% hasta fin de 2022.
BIODIESEL
Con el propósito de generar un esquema similar de beneficios, se podría establecer un diseño parecido con la producción de biodiesel boliviano.
¿CÓMO FUNCIONARÍA?
Para cubrir parte de lo que actualmente se importa, el sector privado podría producir biodiesel a partir de soya y otras oleaginosas. YPFB podría destinar parte de esos recursos de la importación, para pagar un precio competitivo a los productores, hacer la mezcla en porcentajes permitidos y, por añadidura, dinamizar eficientemente la economía productiva.
“El modelo del etanol deberíamos replicarlo con el biodiesel y la empresa estatal YPFB no debería seguir construyendo plantas que las puede montar el sector privado a su propio riesgo, con más eficiencia entregando un producto de calidad al mercado”, comentó Álvaro Ríos.
Lo que se debe establecer con claridad es que la producción de etanol y biodiesel (biocombustibles) no comprometa la seguridad de las exportaciones de oleaginosas y tampoco la seguridad alimentaria, dice Ríos.
Este sería un esquema rápido, real y exitoso para sustituir parcialmente (10 a 15%) las importaciones de diésel y gasolina con producción local. En el caso del etanol, “aun con problemas y demoras, ya se ven los resultados”, dice Ríos, a tiempo de sugerir que se llegue con cobertura al 100% de la gasolina comercializada con una mezcla entre 10 a 12% tolerable para gran parte de los vehículos en el país.
Este esquema crearía un efecto multiplicador eficiente, similar al del etanol, generando eficiencia del sector privado, ahorro en importaciones, subsidios y mejorando el empleo.
Por su parte, el Estado ha puesto en marcha la construcción de dos plantas de Biodiesel (Fame) y una HVO con una inversión de $us 387 millones para producir 12 mil barriles por día a partir aceites vegetales extraídos de la Soya, Jatropha, Palma, Totaí, Cusi y otros. Algunos de estos cultivos son poco conocidos en Bolivia y podrían poner en riesgo la seguridad alimentaria de usarse la soya, según Ríos.
La idea es que se regule el máximo de mezcla de biodiesel (10% por ejemplo) y se deje que el sector privado construya las plantas y le venda el producto a YPFB como en el caso de diésel.
A decir del analista, los biocombustibles no son la solución pero ayudan. Sostiene que la solución estructural es incentivar la exploración para que el país no se torne en total importador de todos los hidrocarburos que necesita el país en los próximos 30 años.