En estos momentos en que Brasil necesita volúmenes adicionales de gas, Bolivia no puede atender esa demanda por su declinante producción.
Brasil vive su peor sequía en un siglo. Los ríos están en niveles mínimos y las reservas de las centrales hidroeléctricas del centro-oeste y sur, origen del 70 por ciento de la energía hidráulica en el país, no dan abasto.
Para paliar esta situación Brasil ha incrementado la producción de electricidad en base a gas natural a través de sus plantas termoeléctricas. Esa demanda adicional en estos meses está siendo atendida por gas del Presal, pero sobre todo por el gas natural licuado (GNL) proveniente de los Estados Unidos y otros países a precios elevados que oscilan entre los 10 y 17 dólares por millón de BTU (MMBTU), una cifra exorbitante para el contexto.
Si Bolivia pudiera atender al menos parte de esa demanda de gas, estaría haciendo un buen negocio, al menos hasta que lleguen las lluvias y los embalses brasileros se llenen. “Si pudiéramos vender 10 millones de metros cúbicos diarios adicionales en este momento a un precio de 10 dólares por MMBTU, tendríamos ingresos extras cercanos a los 100 millones de dólares por mes”, ejemplifica Álvaro Ríos, exministro de Hidrocarburos, analista y Socio Director de la consultora Gas Energy Latin America (GELA).
“Brasil está comprando gas vía GNL a más de 14 dólares el millón de BTU. Bolivia podría venderle fácilmente a aproximadamente 10 dólares la misma unidad”, porque tiene capacidad de evacuación, complementa.
Para Ríos, Brasil es un mercado que pudo haber crecido más allá de los 30 millones de metros cúbicos establecidos en el contrato ‘GSA’ original. Sin embargo, fue en sentido contrario en los últimos años. El descenso de la producción y las reservas bolivianas hizo que el vecino país busque alternativas y que, por lo tanto, Bolivia gravite cada vez menos en su ecuación energética.
“Lo que hemos hecho es perder un mercado creciente, ahora es un mercado en el que cada vez gravitamos menos. Hasta 2024 podremos enviar 20 MMmc/d y de ahí irá en descenso”, asegura.
“Definitivamente el no poder llenar el ducto por no tener producción disponible nos está causando de manera continua la imposibilidad de tener más recursos rentistas del gas”, comenta.
Por su parte, Mauricio Medinaceli, exministro de Hidrocarburos, analista y consultor en petróleo y gas, considera que el problema de Bolivia no está en el subsuelo y ni siquiera en los mercados.
“Yo confío que hay gas y hay mercados, pese al Presal en Brasil y Vaca Muerta en Argentina, que son una competencia y debilitan nuestra capacidad negociadora, hay mercados. El desafío nuestro, nuestra mayor dificultad es institucional. Debemos rearmar las reglas del juego para que el gas que está kilómetros abajo pueda fluir”, dice.
PRIORIZAR
En una entrevista con Radar Energético, el analista Carlos Miranda sugirió comenzar a limitar las exportaciones de gas natural debido a que al ritmo de los volúmenes actuales y dada la demanda interna solo nos alcanzaría para una década, luego de lo cual tendríamos que importar gas. Esto considerando que los ciclos exploratorios son muy largos, si es que se daría uno con nuevas reglas.
En ese sentido, Álvaro Ríos dice coincidir con Miranda respecto a que se debe comenzar a provisionar al mercado interno para que no ocurra una situación como la de Colombia, donde por exportar a Venezuela, tuvieron problemas para su abastecimiento interno, a pesar de una amplia campaña exploratoria.
“Por eso es tan importante una negociación realista con Argentina, en función de lo que tenemos y de lo que debemos comenzar a guardar”, acota.
BRASIL
En ese marco, respecto a los mercados externos, Ríos dice que el país debería priorizar el mercado de Brasil y hacer todo lo posible para tratar de mantenerlo en el largo plazo. Algo en lo que también converge con la opinión de Miranda.
“Definitivamente creo que Brasil es un mercado dinámico, abierto, que va crecer, donde no tienes metido al Estado en el componente precio, las negociaciones son de otra naturaleza y podemos tener mejores oportunidades para negociar con los clientes finales. Entonces, apostaría todo al mercado de Brasil, a venderles directamente a los usuarios finales, haciendo contratos en firme o interrumpibles y tratando de llegar a los mejores precios con la mayor capacidad de producción que tengamos”, enfatiza.
Sin embargo, dice que si esta apuesta “si no está acompañada de un giro en el marco jurídico y contractual para tener mucho mayor exploración y futura mayor producción, no podremos hacerlo”, enfatiza.