En 2013 y 2014 fue cuando más se erogó para subvencionar. Toma en cuenta incentivos para producir hidrocarburos líquidos.
(#RadarEnergetico).- El precio que paga el consumidor final cuando carga el tanque de combustible, no es el precio real por litro de diésel o gasolina. Una parte es subsidiada. De otra manera el precio sería al menos el doble del que se paga en el surtidor.
Bolivia produce sólo un porcentaje de los combustibles que consume, el resto debe importarlo a precios internacionales. Eso significa que para venderlo a un precio fijo, como ocurre desde hace más de una década, en Bs 3,72 y 3,74 por litro de diésel y gasolina, respectivamente, alguien tiene que pagar la diferencia. En otras palabras, el Estado compra caro para vender barato. El Estado en realidad son los contribuyentes. El Gobierno, a través de las instituciones encargadas asigna una partida presupuestaria para ese pago.
Por ejemplo, en el Presupuesto General del Estado (PGE) 2022 se proyecta un gasto de Bs 4.794 millones para subsidiar los hidrocarburos. Este monto puede variar de acuerdo a la cotización del precio del petróleo, que debido a la guerra en Ucrania producto de la invasión rusa, se ha ubicado arriba de los 100 dólares por barril. El presupuesto se basó en un barril a 50 dólares.
Este monto toma en cuenta la subvención a la importación y los incentivos para la producción de hidrocarburos líquidos.
En ese marco, el monto de subvención de combustibles ha variado en los últimos años, llegando incluso a los $us 866 millones en 2013, el más alto de los últimos 16 años.
Después de las restricciones de la pandemia, la disminución del consumo y por lo tanto también del subsidio en 2020, en 2021 el monto llegó a $us 622 millones, similar al valor de 2019.
De manera desagregada, en 2019, por ejemplo se destinó $us 391 millones en subvenciones a la importación de diésel y gasolina, $us 210 millones para incentivos a la producción de petróleo y $us 22,5 millones para GLP y gas oil.
En suma, desde 2006 hasta 2021 tomando en cuenta la subvención a la gasolina y el diésel y los incentivos, el monto llega a $us 7.334 millones (Bs 51.044 millones), según datos recogidos del Ministerio de Economía, YPFB e informes de prensa.
Solo en el último año se subvencionaron $us 622 millones, de los cuales $us 480 millones fueron destinados para diésel y $us 142 millones para gasolina, según datos de YPFB.
“Las subvenciones más representativas, por los importes que implican, corresponden a la subvención por la importación de diésel y gasolinas, cuyo comportamiento responde al crecimiento de su demanda, la reducción de la producción y a la fluctuación de las cotizaciones de los precios internacionales de los hidrocarburos”, dijo YPFB en la Audiencia de Rendición Pública de Cuentas Final 2021, en enero.
Solo en los últimos seis años se destinaron para subvenciones a la importación de diésel y gasolina, $us 2490 millones. 75% de ese monto fue destinado para diésel.
No es un problema solamente de Bolivia. Las subvenciones generan un problema económico para los Estados debido a que debe encontrar soluciones para un problema creado por ellos mismos al alejarse de las reglas del mercado. Si no existieran subsidios o subvenciones, el precio de los combustibles oscilaría en base al precio internacional del petróleo o a parámetros de fluctuación con los cuales se fijaría el monto. Esto ocurre por ejemplo en Chile, Estados Unidos, Europa y Asia.
Entre 2010 y 2020, en el mundo se subsidiaron 4,5 trillones de dólares al consumo de combustibles fósiles. Un problema mayúsculo.
¿QUÉ ES UN SUBSIDIO?
El economista Mauricio Medinaceli, en su blog de columnas sobre economía e hidrocarburos, lo define como una transferencia de recursos (usualmente dinero) de un grupo de personas a otro grupo de personas. No un regalo del presidente, el congreso o algún funcionario de Gobierno. Para poner las cosas en
simple: El Gobierno no subsidia, lo hacemos las personas.
El subsidio “clásico” se presenta cuando el Gobierno define un precio al consumidor menor al costo de producción (o importación). En este sentido, a la diferencia entre los costos + una ganancia razonable y el precio efectivo de venta, se le denomina subsidio. De esta forma, se transfieren recursos de los contribuyentes a los consumidores del producto subsidiado.
Dicho de otro modo, si el costo es 10, pero se define que el precio final del producto será 7, el Gobierno transfiere la diferencia, es decir 3 para cubrir los 10 del costo. 3 es el subsidio.