A medida que la energía renovable se vuelve más barata, más inversores en todo el mundo están dando la espalda a los combustibles fósiles.
En medio de un mayor enfoque en la sostenibilidad ambiental, la idea de los “bancos malos” de combustibles fósiles está ganando terreno a nivel mundial. El concepto se refiere a empresas especiales dedicadas específicamente a adquirir y liquidar activos de combustibles fósiles. A medida que la energía renovable se vuelve más barata, más inversores en todo el mundo están dando la espalda a los combustibles fósiles, y al carbón en particular, que se considera cada vez más de alto riesgo en comparación con otros proyectos energéticos.
Citibank, por ejemplo, anunció recientemente que dejará de financiar la extracción de carbón térmico, con miras a eliminar por completo su exposición crediticia para 2030; En otros lugares, Deutsche Bank se ha comprometido a cortar los lazos con empresas que obtienen más de la mitad de sus ingresos de la minería del carbón para 2025.
Un informe publicado este año por la Universidad de Oxford encontró que los volúmenes de préstamos para la minería del carbón disminuyeron un 90% en Europa y un 57% en la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) durante la última década, aunque disminuyeron solo un 11% y un 23%, respectivamente, en América del Norte y Australia y se mantuvo estable en China.
En este sentido, con la rápida descarbonización del sector energético global, el carbón podría ser el canario en la mina. “Si estas tendencias observadas continúan y vemos que el costo de capital del petróleo y el gas sigue el mismo camino que el del carbón, esto podría tener implicaciones muy importantes para la economía de los proyectos de petróleo y gas en todo el mundo. Esto podría resultar en activos inmovilizados e introducir riesgos sustanciales de refinanciamiento”, indicó el informe.
Por ahora, las empresas buscan principalmente deshacerse de sus proyectos de carbón. Esto ha dado lugar a reclamos para garantizar que dichos activos se manejen adecuadamente y no simplemente se salgan del balance.
¿BANCOS MALOS AL RESCATE?
El término banco malo surgió por primera vez a raíz de la crisis financiera de 2008, cuando los grandes bancos crearon entidades separadas más pequeñas para absorber sus activos tóxicos de alto riesgo, saneando sus balances y liquidando estos activos.
A principios de este año, el director ejecutivo de BlackRock, Larry Fink, propuso que se podría utilizar un modelo similar para ayudar a las empresas a desinvertir en activos de combustibles fósiles.
Fink ensayó sus ideas en las reuniones del G20 reciente, en las que Mark Carney, enviado especial de la ONU para el clima, anunció que Fink estaba trabajando con Jane Fraser, CEO de Citibank, y Oliver Bäte, CEO de Allianz, sobre el tema.
Para Fink, la desinversión al por mayor de activos sucios podría dar lugar a un “lavado verde”, ya que no hay garantía de que la entidad privada que los compra los gestione correctamente.
De hecho, la consultora de energía Wood Mackenzie estima que desde 2018 las grandes petroleras como ExxonMobil y Total han vendido casi $us 30.000 millones de dichos activos a empresas privadas, con otros $us 140.000 millones actualmente a la venta.
Si bien estas transacciones ayudan a las empresas a cumplir sus objetivos de cambio climático, no hay garantía de que ayuden a reducir las emisiones. Existe una preocupación generalizada de que las entidades compradoras tienen como objetivo extraer la mayor cantidad de valor posible de los activos, con poca preocupación por las consecuencias ambientales, y enfrentan mucho menos escrutinio que las multinacionales prominentes.
Por el contrario, un banco con malas condiciones climáticas eliminaría los aspectos relacionados con los combustibles fósiles de la cartera de una empresa determinada, dejándola libre para concentrarse en otras líneas de negocio más limpias y, al mismo tiempo, asegurándose de que el activo se desmantelaría de forma responsable.
PRIMEROS PASOS
Un gran paso hacia una nueva era de malos bancos relacionados con el carbón se produjo en mayo, cuando Citigroup y Trafigura, una empresa comercializadora de materias primas, propusieron la creación de un fondo que operaría según el modelo de un banco malo.
El vehículo, llamado Coal to Zero (carbón cero), comprará minas y las explotará para obtener ganancias hasta 2045; el proyecto se presenta como un “vehículo de transición energética enfocado en la descarbonización global mediante la adquisición, operación responsable y retiro de activos de carbón significativamente antes del final de su vida útil”.
Según Citigroup, Coal to Zero “tiene como objetivo desplegar capital privado para apoyar una salida ordenada del carbón de una manera que sea justa para las personas y comunidades afectadas. Al hacerlo, pretende generar un impacto ambiental y social positivo y medible junto con un retorno financiero para los inversores”.
Si bien estas propuestas se consideran un paso en la dirección correcta, también se han expresado algunas dudas. El principal de ellos es que el año de finalización de 2045 está más allá de la fecha en la que las emisiones deben reducirse considerablemente para evitar un cambio climático sustancial.
Si bien el concepto de una eliminación gradual segura y oportuna de la minería del carbón está al frente y en el centro, todavía hay una serie de pasos que deben tomarse antes de que esa visión se convierta en realidad y, lo que es más importante, una que no sea vulnerable a las acusaciones de lavado verde.
Título original: Climate Friendly Banks.
Gentileza de oilprice.com – Traducción Radar Energético